miércoles, 5 de septiembre de 2012

Grandes truños peliculeros de la infancia

Es una pena que a día de hoy el nivel de películas para niños y jovencitos haya subido tanto. Una película infantil debe ser mala. Y cuanto peor sea, más le gustará al niño. Es ley de vida. Por eso los que pasamos nuestra infancia en los 80 y 90, tenemos ese punto de niñez kitsch que nadie más volverá a tener. 

He aquí una muestra de aquellas películas que, siendo grandes truños, nos grabaron a fuego grandes valores humanos como la valentía o el no lavarse.

La saga de los patos: A día de hoy aún estás a tiempo de comprarte la camiseta de Charlie Conway en eBay, porque "Somos los mejores", "Vuelven los mejores" y "El regreso de los mejores" (la mejor traducción de títulos de la historia) nos enseñaron cómo un entrenador ex-vicioso puede llegar a ser un grande de la historia. Eso sí, en el hockey sobre hielo. Además, estaba guay eso de que pusieran las reglas que les diera la gana, como mezclar chicos con chicas, cambiarse de equipación en mitad de un partido, disfrazarse de otro jugador en la propia pista, o formar una selección nacional a partir de un equipo local. Con uno de estos solos eclecticismos tendríamos para tres años de comentarios en Twitter.



Tres Pequeños Ninjas: Hubo una época en la que Antena 3 no se había hecho con los derechos de todas las muertes, violaciones y cataclismos de Estados Unidos, y le dio por poner grandes películas para los de nuestra quinta. De esta película siempre te quedabas con las ganas de poner una luz roja para saber que tu madre iba a entrar a tu cuarto.



Power Rangers, la película: ellos son el kitsch en estado puro. Tanto que a veces la pantalla parecía que rezumaba un airecillo oriental contaminado. Épicos, pero no a la altura de Street Fighter.



Casper: ¿Quién no se aventuró a mangar sin maldad en el Pryca aquellos tatuajes fluorescentes que traían los Danone? Casper pegó fuerte, Christina Ricci siguió enseñándonos que en su frente podían debutarse los olímpicos de frontón, y Devon Sawa empezó a estrellarse.



Las Tortugas Ninja: Peliculón donde los haya, siempre y cuando no te pararas a pensar cómo hacían para que hablasen y se moviesen con tamaña naturalidad. Si en tu barrio no había una pizzería con el nombre de alguno de los protagonistas, raro.


Karate Kid: ésta era una de las fijas si eras un adepto a los juegos de adivinar películas. Dabas unas cuantas patadas, hacías como que te partían el tobillo y con cara de dolor te proclamabas campeón, y andando. Igual que las clases de ingeniería mecánica estuvieron unos años rebosantes gracias a Fernando Alonso, en nuestra época todos los niños se apuntaban al cinturón negro, que únicamente te lleva a jugar al fútbol, bien lo sabe Zlatan. 


Los NO-TRUÑOS de la juventud: En este caso hay dos películas que no deberían jamás ser catalogadas como de baja calidad, y ni siquiera como dirigidas a un público exclusivamente joven.

Solo en Casa: Pese a su pobre 5,5 en filmaffinity (ya sabemos lo chominoso de esta web), Solo en casa es una maravilla de película se mire por donde se mire. El reparto está personajadamente seleccionado; la música es exquisita, y cuenta con la suerte de haber tenido una secuela muy respetable, a sabiendas de que se trillarían las bromas y el argumento en sí. Olvidémonos de la 3 en adelante, muy a la altura del Señor de los anillos. El tal Culkin hace que te den ganas de quedarte solo en tu casa una buena temporada, pero lo mejor son esas ganas de navidad que te entran la veas en la época en que la veas. 


Top Secret: Para mí es LA película. La veía con tanta efusividad que recuerdo, en el verano de 1994 en Chipiona, estar imitando la forma de andar de los soldados de la película y mis chanclas salieron volando por el tejado del hotel. Luego dos limpiadoras tuvieron que subirse a cogerlas, pero eso es ya otra historia. 



Supongo que algunos seréis más jóvenes, más viejos, habréis vivido El peque se va de marcha o alguna de esas que echaban en Canal+ cuando aún no estaba codificado. Pero creo que con esto nos sentimos bien identificados. Y no le robéis el Canal+ al vecino, hombre.